viernes, 24 de agosto de 2012

Atrila y Los Tres Demonios


Atrila, un muchacho alto, delgado, con camisa de mangas largas a cuadros, era nuestro líder representante, siguiendo en rango le seguía aquella chica de cabello rubio largo en la cual siempre llevaba una clineja que le caía hacia delante de su hombro derecho.

Yo era por así decirlo el nuevo, aunque por edad era el tercero  en rango... Luego venía otro nuevo integrante, Carlos, dos años menor que yo, y por último los gemelos, un niño y una niña de aproximadamente unos 15 años de edad.

Nunca le llegué a preguntar la edad a Atrila o a nuestra compañera de la clineja, pero suponiendo por el rango, el tal vez tendría unos 28 años y ella unos 26.

Nuestro grupo gozaba de mucha jovialidad, alegría y camaradería, a pesar de que nos dedicábamos a investigar sobre sucesos paranormales y encuentros del tercer tipo con este mundo.


Ya llevábamos meses desde que comenzamos con la búsqueda de los 3 objetos mágicos que nos llevaría a la invocación de unos demonios que estaban perturbando la comunidad donde vivíamos. Entre posesiones, personas que sufrían combustión espontanea y miedo; sobretodo mucho temor entre las personas que habitaban ese lugar, decidimos tomar esta nueva aventura, este nuevo reto que nos llevaría a la convocación de esos entes demoniacos que causaban estragos en este poblado.

Poco a poco fuimos recolectando los objetos para convocar a estos entes satánicos, y el primero en venir a nosotros fueron unos dados  transparentes de color rojo intenso, cuyos números estaban marcados en blanco. Siguiendo con nuestra aventura nos encontramos con un anillo, un artefacto llamativo y misterioso que consistía en dos piedras preciosas, una esmeralda y la otra podría decirse que era un granate espesartina (Una variedad de color naranja), el aro que sujetaba ambas gemas era de oro y plata. Mi impresión para ese objeto hermoso era incluso el de la tentación y en cierto modo generaba tensión en el grupo.




Por último pero no menos importante, localizamos después de mucho tiempo de búsqueda, esfuerzo y dedicación, una máscara, o más bien antifaz de color naranja y verde, con espinas que sobresalían a los lados de este. Estas puntas en realidad lucían como los huesos de los dedos que de alguna vez pertenecieron a una persona, que de algún modo se ofreció como sacrificio o porque simplemente fue derrotado en una batalla.

Una vez teniendo estos objetos en nuestro poder, nos reunimos en la casa de alguien quien no puedo recordar en este momento, solo sé que era una vivienda con un jardín delantero pequeño, cuyas rejas y portones azules no permitían que las personas viesen hacia adentro o viceversa. De un lado de ese pórtico existía una jaula, en la cual parecía totalmente diseñada para tener atrapado tanto personas como demonios, mi instinto lo presentía, y el enrejado de aquella “Cárcel” no se veía como algo fácil de violentar.

Atrila y los demás decidimos colocar todos nuestros objetos a la visión de las demás personas que se encontraban en la reunión, porque ya no solo éramos el simple grupo 6.No. Ahora somos como aproximadamente 15 personas, en la cual se destacaban 4 monjes quienes descubrieron sus caras una vez que nos saludaron. Vestían con sotanas blancas con algunas partes en marrón, sobretodo en el área del cuello y la cintura. Lucían bastante demacrados, delgados y con barbas crecidas, caminaban y hablaban con suma paciencia al tratar de reubicar a los demás mientras iban llegando.

Una vez colocado los objetos en una mesa de vidrio frente a todos, tres demonios se presentaron, pero justamente en el lugar donde aparecieron, fue detrás las rejas de aquel espacio confinado parecido a una cárcel. Todo parecía tan preparado, es decir, pareciese que esa jaula estuviese preparada para recibir a nuestros visitantes provenientes desde lo más recóndito del mismo infierno.

Los tres entes demoniacos lucían molestos y ofendidos, no podían caer en que los fuésemos a atrapar tan fácilmente, aunque ellos no intentaban hacer nada, solo decidieron sentarse en una banca que se encontraba dentro de aquella jaula. La piel de sus caras tenía el aspecto como cuando alguien tiene quemaduras críticas de tercer grado; costras y llagas purulentas del color vivo de la sangre, en las cuencas de sus ojos no existía nada, todo era oscuridad, maldad, pecado, sus manos se encontraban igualmente chamuscadas por el fuego de donde provinieron. Por último, su vestuario era simplemente largas sotanas de colores verdes y naranjas, al parecer un color que tenía mucho que ver con los objetos que ya habíamos encontrado anteriormente.

- Ellos no hacen nada porque saben que a las 3 PM, aquella jaula perderá el conjuro mágico que los impide salir de allí, usando cualquier magia – Nos aclaró Atrila en ese momento.

Eran las 12 del mediodía y estábamos decidiendo quien usaría los dados y el anillo para enfrentarnos a nuestros nuevos visitantes. Atrila decidió elegir usar la máscara, porque según, posee una cantidad mágica muy grande, que solo él podría soportar. -¿Por qué Atrila?- Me preguntaba mentalmente, y eso era lo que siempre me inquietaba o me llegaba la idea de que nuestro líder tendría ciertos poderes que nosotros aun no habíamos visto.

Acordamos en que la chica de la clineja llevaría los dados, mientras que Atrila confió en mí para llevar el anillo. Ya eran poco más de la 1 PM y se sentía tensión en el ambiente, los demonios aun se encontraban pacientemente sentados, y esperando su momento para dar el posible golpe final sobre nosotros. Volteo levemente y logro notar que tienen una sonrisa descarada sobre sus caras, como si ya saborearan la victoria de esta batalla.

- No los mires, ellos buscaran la manera de exasperarte – Me regaña Atrila en voz baja.

Me vuelvo nuevamente y retomo mi conversación con uno de los monjes. Aproximadamente a la 1:45 PM alguien pasa por la calle y uno de los que se encontraban en el pórtico va hasta afuera por una pequeña abertura del porton que no se había cerrado correctamente, era como si aquel señor conociese a esa persona que acababa de pasar. Todos voltean, abren ligeramente aquel portón azul y salen a saludar a un grupo de personas que estaban en la calle, salgo y puedo ver que todos están distraídos hablando con alguien, dejando sin vigilancia alguna a los demonios.

- Hey, pero ¿Qué hacen? ¿No ven que hemos dejado a los demonios solos? ¿No se acuerdan lo que sucedió la vez anterior? – Grito mientras todos se me quedan mirando – Regresen adentro nuevamente, ya casi es la hora.

Todos se devuelven al punto de reunión, pero dejando el portón azul un poco abierto, para que entre un poco de brisa, debido a que la temperatura en el sitio iba en crecimiento.

Algo iba mal, Atrila, nuestro líder no había regresado aun, parece ser que se quedó hablando con alguien fuera del pórtico. Trago seco, al mismo tiempo que siento un nudo en la garganta, el desespero corre por mi cuerpo, cuando se me acercaba la idea de rendirme a todo, volteo nuevamente y observo que los demonios siguen riendo. Salgo nuevamente y empiezo a gritar.

- ¡¡¡¡¡¡¡ATRILAAAAAAAAA!!!!!!!!

Una lagrima corre por mi mejilla, porque sabía que si él no aparecía, todos en este mundo moriríamos. En ese instante, por un agujero de un techo sobresaliente de la casa donde nos encontrábamos apareció un búho, batiendo sus alas mientras que unos sonidos ensordecedores parecidos al de truenos provenían de las extremidades de aquella ave.




- ¡¡¡¡¡¡¡ATRILAAAAAAAAA!!!!!!!! – Grito nuevamente, mientras otro búho aparece, batiendo sus alas ensordecedoras.

Cuando ya lo veía todo perdido, volteo a mi izquierda y a lo lejos veo a un muchacho hablando con alguien, aunque esa otra persona no se podría divisar debido a que un árbol tapaba su figura.

- ¡Oye! ¡¿Atrila está contigo?! – Pregunto con un tono de voz fuerte para que me escuche claramente.

Esa persona contesta afirmativamente y me señala, Atrila se asoma y ahora se dirige hacia mí con paso apresurado.

Una vez que Atrila llega al pórtico, estábamos concentrados y esperando pacientemente las 3 de la tarde, cuando Carlos me hala de un brazo.

- Yo quiero el anillo
- Carlos, acuérdate que Atrila me lo designó a mi – Contesto desesperadamente.
- ¡Yo quiero el maldito anillo! – Halando el objeto y luego colocándoselo en su dedo anular.
- Jorge, toma los dados, tú sabrás muy bien cómo usarlos – Me dice la chica de la clineja, mientras me entrega aquel objeto cuyo poder me era incluso más confuso que el de la máscara.

2:30 PM y los demonios habían fallado nuevamente en sabotear nuestro rito. Acercándonos a la hora clave, una persona nuevamente pasó por la casa y saludó a los demás por la abertura que había quedado al no cerrar el portón azul correctamente, los que se hallaban en aquel lugar, voltearon y sintieron la necesidad de salir nuevamente.

- Hagan caso omiso a quien se aparezca a saludar, los demonios quieren sabotear el ritual por medio de distracciones y generando caos en nuestro grupo – Comenta Atrila mientras se coloca el antifaz con los dedos esqueléticos sobresalientes a los lados.

Volteo y logro como los demonios ríen, porque saben que generaron caos al distraer tanto al grupo como a Atrila, y luego generando tensión entre Carlos y yo.

2:55 PM y mis dados empiezan a brillar, el momento se acerca, mi corazón late apresuradamente, Atrila se dirige a la jaula mientras los dedos esqueléticos de su máscara ahora se mueven y apuntan hacia adelante.

- Prepárense – Comenta Atrila.

Los demonios ya se han puesto de pié y en ese instante un brillo segador inunda aquel pórtico.

« ¡BEEEP! ¡BEEEP! ¡BEEEP!»  

Despierto, miro a mi alrededor, agarro mi teléfono celular y veo que son las 6:05 am, me siento en el borde de la cama hasta que caigo en sí y me doy cuenta que todo lo que sucedió anteriormente fue parte de una extraña pesadilla.

PD: Hace como un año de este sueño tan bizarro, y aun lo recuerdo como si hubiese sido ayer.

Una cosa que me parece extraña, es que mientras soñaba, ya tenía la sensación de que había vivido ese encuentro en el pasado, sobretodo en la parte que todos salieron hacia la calle a hablar con personas que para ellos eran sus conocidos, además de que me daba la impresión en que anteriormente habíamos perdido esa batalla a causa de una simple distracción.

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