martes, 14 de junio de 2016

Brindemos por Ellos: Los Ignorados

Hoy, Miércoles 15 de Junio de 2016 cuando es la 1:06 am en Las Palmas de Gran Canarias, he decidido al fin plasmar unas cuantas palabras que desde hace días vienen rebotando en mi mente con determinada ansiedad, y no es más que una dedicatoria a todas esas personas ignoradas.

Haré en lo más posible de ser lo menos deprimente, y es lo que en realidad deseo en esta entrada, pues quiero celebrar y brindar por aquellos que pasamos por inadvertido, aquellas personas que estando en público son simplemente invisibles pero que al mismo tiempo se encuentran latentes, esperando que algo brille o se opaque en sus vidas, habitando como seres sin razonamiento, aunque en cierto modo queremos estar así. Nos molesta, nos deprime, pero nos alegra y nos mantiene vivos, nos encanta adentrarnos en la pantalla de nuestro celular (Incluso sin este tener batería o carecer de datos para navegar) para distraernos de las charlas monótonas y normales del día a día, también lo hacemos cuando no conocemos a nadie y nos da miedo a socializar, somos inexpresivos, observadores, silenciosos, nos remitimos a pensar, anhelar y añorar, pero también en ciertas ocasiones cuando nos hablan y sentimos que el interlocutor se interesa  en descubrirnos pues solemos ser conversadores.

Escribo desde lo más sincero de mí, y dejo que las palabras fluyan después de mucho tiempo en el silencio. Somos los ignorados, hacemos alarde de ello, no importa en que estrato social y/o condición económica nos encontramos, procuramos sentirnos orgullosos, solemos ser solitarios, no nos interesa, amamos encontrarnos y hundirnos entre la música del caos citadino, de los problemas que nos rodean y de la lista de canciones almacenadas en el celular. Las personas comúnmente cuestionaran tu sexualidad, Las personas comúnmente cuestionaran tu sexualidad, coeficiente intelectual y tu forma de pensar, cosa que en realidad no me afecta, y creo que a muchos de los que se encuentran en mi situación tampoco les molesta, hablamos cuando queremos, no iniciamos conversaciones ni siquiera con nuestra familia, incluso con nuestros padres, vivimos nuestro mundo, nos definen de incomprensibles, pero en realidad no nos damos cuenta que el incomprender es netamente ignorado por nosotros mismos, para suerte de la ironía.