sábado, 28 de julio de 2012

El Distrito de la Lobotomia: Reaccion Inicial


Lucy es la chica aquella que siempre señalaban como la rara del grupo, y es así, siempre me definieron como la excéntrica que vestía de ropas oscuras y cuyo acento no era de este mundo.

Siempre fui de una familia muy normal, algo aburrida. Mi hermano. El hijo ejemplar siempre fue bueno en los deportes y todo un galán, sin envidias contra el, más bien  lo adoro mucho por haberme protegido y apoyado cuando estaba en la secundaria en donde cierto público se oponía hacia mi manera de ser.

Drogas, alcohol, sexo desenfrenado, orgías y mucho rock acompañaron mi vida juvenil, y hasta hoy siguen conmigo la tercera y ultima acción en esas rarezas que nombré, solo que ahora mi vida es mas estable, conseguí un hombre que realmente me amara por mi forma de ser. Yo también lo amo mucho e incluso estamos planeando casarnos y crear una familia con niños, sin embargo creo que no es el momento adecuado para pensar en el colorin colorado de esta historia.

Últimamente me he dado cuenta que todo en esta vida es una cruel y vil falsedad que se desborda a flor de piel en toda la multitud de las ciudades habitadas, al parecer la sociedad es sinónimo de hipocresía, los políticos, las grandes empresas y sus ejecutivos no son mas que títeres de una conspiración que se cocina en una olla a presión  que pronto estallará y que nos llevara a todos por un inodoro lleno de pecados, aberraciones, asesinatos, corrupción, entre otras clases de asquerosidades que da a luz este mundo inexplicable en el que se encuentra en mis pies.

Hoy, en esta tarde tan extrañamente feliz me encuentro caminando por la acera “X” de esta ciudad que nunca duerme, y me doy cuenta que las personas que aparentan ser felices viven en una infinita tristeza que ellos mismos ni se dan cuenta, y que los mismos indigentes si saben de lo que es una realmente vida feliz, ¿Por qué? Porque no se preocupan si huelen mal, si se morirán, si dejaran a alguien, si tienen que pagar deudas o cualquier otro Karma que se nos ocurra llegar a atormentar nuestras patéticas vidas errantes.